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La tarea diaria del bibliotecario es tediosa, estresante muchas veces, y poco agradecida. Son contados los casos en los que el bibliotecario siente que realmente se valora su trabajo. Muchas veces debe invertir horas y horas de su tiempo, obviamente sin recibir emolumento alguno, para desbriznar, en un conflicto, qué es paja y qué es trigo. Muy estresante. Muy tedioso. Y es claro que no es lo mismo revertir una IP que vandaliza sin arte ni disimulo, borrar un artículo que se llame, vr. gr., los de 2º son hidiotas, que resolver quién sesga más un artículo entre dos tozudos wikipedistas veteranos. Para hacer frente a los dos primeros ejemplos alcanza el piloto automático bibliotecaril. Para el último no. Para el último hace falta invertir voluntariamente un tiempo nada grato, tanto para descubir eso, precisamente, es decir, quién es el que está sesgando el artículo de marras, y después para hacer frente al desvelado como tozudo wikipedista veterano de propósito particular, que no dirá, en la mayoría de los casos, "sí, me han pescado, lo reconozco, estaba sesgando voluntaria y arteramente ese artículo".

No dirá eso, no. Bien al contrario, se tozudará aún más, si cabe y si existe ese palabro, y obligará al bibliotecario a invertir todavía más tiempo, siempre voluntario. Y a estresarse más. Y a tediarse más.

Hay bibliotecarios que están dispuestos a invertir (voluntariamente) ese tiempo. Y a tediarse y a estresarse. Pero no todo el mundo está dispuesto a invertir (voluntariamente; gratuitamente) ese tiempo y amargarse un poquito más la vida.

Por suerte, para los casos en que el bibliotecario prefiere preservar su salud y su felicidad incluso a costa de no resolver problemas de Wikipedia existe una solución bien sencilla: ¡café para todos!

Si el wikipedista Pepito, agotado ante el sesgo sistemático que el wikipedista Pablito inflige a un artículo decide denunciar la actitud saboteadora de Pablito en el tablón después de lidiar él solito durante una o dos semanas sin resultado alguno, el bibliotecario feliz tiene la opción de invertir (voluntaria, gratuitamente) su tiempo comprobando una a una veinte, treinta, doscientas ediciones hasta descubrir (¡por fin!) quién sabotea Wikipedia y quién ha tenido paciencia de mártir para intentar (infructuosamente) detener ese sabotaje o, preservando eso, su felicidad, resolver la denuncia con un escueto: "les pido por favor que dejen de pelearse o me veré obligad@ a bloquearl@s a l@s d@s". ¡La felicidad! ¡El nirvana! ¡El sistema funciona!

Si el wikipedista Perenganito, durante semanas, alude más o menos encubiertamente al wikipedista Pelayito cada vez que puede, tergiversando sus palabras, provocándolo sutilmente, dándole la tabarra, acusándolo de mala fe malísima y reclamando para sí mismo buena fe buenísima y ofendiéndose si eso no sucede, y resulta que el wikipedista Pelayito se cansa, pobre, después de aguantar durante una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve o diez semanas las sistemáticas tocadas de moral del wikipedista Perenganito se decide a contactar con el tal wikipedista Perenganito para pedirle (o exigirle o rogarle) que cese en su tocada de moral y, es claro, el wikipedista Perenganito le dice que no, que jamás se le ocurriría tocarle la moral, que el wikipedista Pelayito es muy mal pensado y que por eso lo denunciará, ¿qué hace el bibliotecario feliz? ¿invierte su tiempo, su salud y su dinero (el tiempo es dinero, y todo esto, recordémoslo, implica tiempo voluntario) en analizar algunas decenas de diffs? ¡No! Más fuerte, ¡NO! ¡Café para todos, oiga! El feliz bibliotecario feliz intervendrá escueta, sobria, austera y firmemente en el conflicto y dictaminará: "dejen de pelearse, por favor, que hay mucho para hacer. Si el conflicto sigue habrá que tomar medidas".

Este ensayo está dedicado para todos los bibliotecarios que no son felices bibliotecarios felices, que haberlos haylos.